“Como mujeres, debemos defendernos a nosotras mismas. Debemos defendernos unas a otras. Debemos defender la justicia para todas”. – Michelle Obama
Entendiendo que la sororidad es la relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento, desde el punto de vista práctico y de aplicación, es complicado determinar cuáles son las prácticas más efectivas y con mayor impacto que podemos implementar para lograr apoyar a otras mujeres en esta lucha por el empoderamiento.
Por ello, y con base en mis experiencias personales y de algunas otras profesionistas del derecho, a continuación, se describen algunas prácticas recomendadas para incentivar la práctica de sororidad de manera efectiva entre profesionistas del derecho.
1. No juzgues y honra la historia de otras mujeres.
En muchas ocasiones tendemos a juzgar y/o minimizar las vivencias de otras mujeres, y es que, cada mujer tiene una historia que la ha llevado a ser lo que es, es un cúmulo de experiencias que ha tenido como resultado el forjamiento de carácter. Al honrar sus historias, aprendemos de vivencias y experiencias que enriquecen nuestra propia perspectiva; mientras que al no juzgar creamos un entorno de confianza, en el cual la red de apoyo será genuina y libre de prejuicios. Aun cuando seamos todas mujeres, y hayamos sido todas discriminadas; no lo hemos sido de la misma manera ya que la interseccionalidad que nos dan ciertos atributos como privilegio, ausencia de este, clase social, preferencia sexual, etnia, edad, entre otros diferencian en gran medida las experiencias entre la una y la otra.
2. Evita criticas tóxicas a otra mujer.
Esto no significa estar siempre de acuerdo con otra mujer, sin embargo, debemos de evitar caer en criticas tóxicas que se encuentren versadas en prejuicios de género. Es muy diferente la realización de críticas objetivas y constructivas, que aportan aprendizaje y mejoras a otra mujer; a caer en el uso de apelativos a la personalidad de esta. Y es que, si bien es cierto las mujeres no somos perfectas, también lo es que somos juzgadas con una vara mucho más exigente que a los hombres. Una mujer directa puede ser catalogada como “mandona”, mientras que un hombre directo es catalogado como “líder”. El utilizar adjetivos como “loca”, “perra”, “enojona” o incluso hacer referencia al ciclo menstrual, el físico o vida sexual de una mujer añade toxicidad a cualquier crítica.
3. Pon fin a chismes con respecto a otra mujer.
Ser mujer profesionista es muy difícil, y aun cuando la tendencia es que no te importe el “qué dirán”, en el mundo laboral es muy común escuchar chismes sobre mujeres; sobre su vida sentimental o elección de pareja, sus condiciones como madre, o si son personas conflictivas o problemáticas. Al compartir y/o propagar chismes, desacreditamos los logros profesionales de las mujeres; cuestionamos de una manera muy dura los progresos, damos un peso moral a actitudes que no deberían ser de incumbencia de nadie. En caso de escuchar un chisme con respecto a otra mujer (aun cuando sea cierto), es mejor evitar propiciarlo y poner un fin al mismo.
4. Adopta a una mentee.
Comenzar una vida profesional y cultivarla es muy complicado, no importa en que fase y/o etapa de tu vida profesional te encuentres, tus vivencias podrán servir como guía para mujeres más jóvenes. Ayudar a las futuras generaciones a resolver problemas y tener mayor visibilidad profesional, contribuirá a disminuir la brecha de género. Todo consejo, enseñanza y/o apoyo a otra mujer, la ayudará a crecer profesionalmente y lograr plantear con claridad un plan de carrera que no solo proyecte logros laborales, sino que logre tener un balance entre vida personal y profesional que también impulse su desarrollo integral como mujer.
5. Edúcate, aprende y desaprende.
Aun cuando somos conscientes de la realidad histórica de la discriminación en contra de la mujer por cuestión de género, es importante reconocer que no contamos con la verdad absoluta, en muchas ocasiones la interseccionalidad y el privilegio nublan nuestro juicio, sumando a que actualiza la realidad y supera nuestros conocimientos básicos, por lo cual es responsabilidad de todas y cada una de nosotras el educarnos continuamente, aprender y actualizarnos en cuestión de género, y el desaprender conductas impuestas por la sociedad patriarcal en la que hemos sido educadas.
6. Comparte y celebra los logros de otras mujeres.
Cuando reconocemos, compartimos y celebramos los logros de otras mujeres, nos estamos celebrando a nosotras mismas. Estamos reconociendo y festejando los progresos en el mundo profesional que como género estamos teniendo. Evitar la competencia tóxica y envidias, es vital y necesario, en el entendimiento de que el triunfo de una no significa el fracaso de la otra. Para poder llegar a una sociedad igualitaria en cuestión de género, romper techos de cemento y de cristal, eliminar la brecha salarial, entre otros, es necesario tener representación en órganos de toma de decisión. La representación de las mujeres es clave para continuar con el desarrollo profesional de ellas, celebrar los logros es el primer paso hacia una sociedad igualitaria. El triunfo de una debe ser el triunfo de todas.
7. Tolerancia cero al acoso y hostigamiento sexual.
Justificar acoso sexual hacia otra mujer, es simplemente inaceptable. Una de las principales trabas laborales que tenemos como género es el hostigamiento y acoso sexual. Al creer a la víctima, no cuestionarla y apoyar a la creación de políticas y procesos de tolerancia cero al acoso y hostigamiento sexual en el centro de trabajo, estamos creando un entorno laboral seguro para todas.
8. Escucha y sé empática con otras mujeres.
Como seres humanos reaccionamos de manera diferente ante los diversos sucesos de nuestras vidas. Si una mujer quiere tu consejo, quiere tu apoyo o simplemente quiere desahogarse contigo, escúchala y sé empática. La empatía es una cualidad que permite convivencia positiva, mejora las competencias sociales, desarrolla la relación con otras personas y genera un ambiente de confianza y complicidad que nos ayudará a entender mejor a las demás mujeres. Escuchar a otra mujer, permite evitar frustraciones y dar una nueva perspectiva a la resolución de conflictos tanto laborales como personales.
9. Da oportunidades a otras mujeres.
Nuestro deber como mujeres es propiciar el desarrollo de oportunidades igualitarias a otras mujeres. Esto no significa únicamente contratar mujeres, y dejar de trabajar con hombres; si no el abrir la puerta a que mujeres puedan desarrollarse en ámbitos que las hagan más competitivas en el entorno laboral. A no solo buscar mujeres capaces, sino confiar, colaborar y propiciar acciones positivas a través de las cuales se logre la equidad de género.
10. Promover el feminismo, la sororidad y un entorno igualitario.
Preparar artículos, columnas, participar activamente en la creación de políticas de diversidad e inclusión, ir a marchas, compartir contenido en redes sociales, y en general, promover el feminismo y la sororidad entre mujeres, parar y levantar la voz contra chistes misóginos, exigir el respeto debido para una misma y para las demás son primeros pasos que darán como resultado el tener más y mejores herramientas que sean necesarias para la creación de un entorno igualitario.
Por Mónica Paulina Mora Ávila, asociada Basham, Ringe y Correa.