La importancia de las mejores prácticas medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) tiene cada vez más visibilidad en la región, como hemos visto en artículos publicados anteriormente que contaban con la opinión de expertos de prestigiosas firmas legales.
En los últimos años, debido a las mayores exigencias de los inversionistas, gobiernos, consumidores y en general de los grupos de interés, las empresas han debido replantearse la forma en la que desarrollan sus negocios fijando estrategias para la incorporación y aplicación de criterios ESG.
En la región centro y sur del continente, las empresas deben entender las necesidades de los clientes y de la comunidad en la que producen sus bienes o servicios para tomar decisiones sostenibles. Es cierto que cambiar de proveedores o materiales para crear un producto sostenible no es barato, pero -cómo hemos visto en la nota “ESG para generar valor compartido y nuevos negocios”- el beneficio a largo plazo vale el esfuerzo.
La competitividad de las empresas latinoamericanas es una condición necesaria para salir al mundo y generar nuevos mercados. Ese bien intangible puede ser sostenido con una estrategia sólida en materia de ESG, entregando una propuesta de valor diferenciadora. Como afirma Gerson Vaca, Partner de Basham, Ringe y Correa de México “en lo que se refiere a competitividad consideramos que existe un triple valor agregado. Hoy en día ya es práctica común que las empresas internacionales requieran a sus socios comerciales y a los integrantes de sus cadenas de suministro que cumplan con principios ESG. En virtud de lo anterior, una empresa que cuente con un programa establecido de ESG le permitirá incrementar el alcance de su negocio al cumplir con este requisito cada vez más solicitado o de lo contrario, no será considerado por estas empresas internacionales”.
Las empresas que cumplen con métricas ESG ofrecen una ventaja competitiva importante en tanto son más rentables en el largo plazo a la vez que cumplen con estándares nacionales e internacionales que permiten la atracción de inversiones socialmente responsables donde inversionistas buscan garantizar que su patrimonio financie empresas cuyo desarrollo se hace de forma consciente beneficiando al medio ambiente y a la sociedad.
De esta forma, estos temas están dejando de ser una prerrogativa para el mundo empresarial convirtiéndose en un estándar. . “Todas estas estrategias son factores no financieros que permiten analizar a las empresas en sus riesgos y oportunidades de crecimiento, brindando un valor fundamental para los inversionistas. La estrategia y las inversiones ESG se convierten en una importante y creciente parte del proceso de inversión en toda empresa”, afirma Vivian Liberman, socia de la firma BLP de Centroamérica.
Pero la competitividad no es el único norte al que mira la región en materia de ESG. La medición del impacto de estas estrategias es una práctica que se impone porque todo lo que se puede medir, se puede mejorar.
Un programa de sostenibilidad y compliance bien realizado deberá contar con metas a corto, mediano y largo plazo. “Los programas de cumplimiento ESG, deben incluir un plan de implementación, así como las métricas sobre las que se analizará y revisará si estas metas fueron cumplidas o en qué porcentajes se han alcanzado y cuáles son las razones por las que no se lograron y formas de corrección, por lo que el mismo programa debe establecer la manera en la que se medirá su debida aplicación”, detalla Vaca.
Para Florencia Fuentealba, Asociada del Grupo de Compliance en az de Chile: “Al adoptar una estrategia ESG, no basta con hacer declaraciones de valor únicamente, sino que al igual que como se hace con factores financieros, las empresas deben incorporar objetivos, metas y métricas para evaluar su avance. En mi opinión, una buena estrategia ESG es aquella que puede medirse y auditarse, en tanto solo así podremos saber si se está generando el impacto buscado o si se debe replantear”.
Existen diversas métricas y compañías dedicadas a medir el desempeño relativo de las empresas en cuanto a sus atributos ESG, explica Liberman. “El compromiso adquirido y la efectividad de los cambios realizados en sus operaciones, prácticas para calificar la efectividad con que logran cumplir con temas ESG se puede mensurar”.
Otro de los factores a los que organizaciones de la región están prestando atención es a los recursos propios. Estas estrategias ESG también son un medio motivacional tanto para inversionistas como trabajadores. El respeto y la conciencia del medio ambiente, de los temas sociales y la transparencia en cómo se comporta una empresa son valores para retener talento y conseguir inversión. Colaboran en la identificación del riesgo y de las oportunidades de crecimiento. Generan un alto valor en los nuevos tipos de negocio con cultura corporativa. En la actualidad los mercados se centran en una economía circular y un nuevo modelo donde la respuesta a los desafíos ambientales y sociales son esenciales para las empresas y la economía.
Los expertos de las firmas que componen Compliance Latam coinciden en señalar que 2023 será un año en que la sostenibilidad será protagonista en la agenda empresarial y se consolida como la gran oportunidad de alinear la actividad empresarial con la respuesta a los retos sociales y ambientales.