En 2017, el Gobierno brasileño formalizó su solicitud de acceso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (“OCDE”), buscando promover el desarrollo económico y atraer inversiones extranjeras al país. Posteriormente, en enero de 2022, la OCDE envió la carta de invitación para incorporarse a la entidad a Brasil, iniciando así el proceso de potencial adhesión del país a este organismo. Sin embargo, la entrada de Brasil en la OCDE no es segura y el tema de la lucha contra la corrupción se muestra central en la evaluación de las organizaciones internacionales.
El 9 de marzo de 2022, Transparencia Internacional (“TI”), una organización anticorrupción sin fines de lucro que opera en más de 100 países, denunció los retrocesos en la lucha contra la corrupción en Brasil, enviando el Informe a la OECD Anti-Bribery Working Grupo “Brasil: Retrocesos en los Marcos Legales e Institucionales Anticorrupción” (“Informe”). El Informe complementa denuncias anteriores realizadas por TI en los últimos 2 años, así como proporciona evidencia sobre la pérdida de independencia y el aumento de la injerencia política del Gobierno Federal de Brasil en los órganos anticorrupción, como la Fiscalía General, la Policía Federal, Consejo de Control de Actividades Financieras – COAF, entre otros.
El Informe también señala retrocesos en el marco regulatorio e institucional para combatir la corrupción en Brasil y hace recomendaciones dirigidas tanto a la OCDE como a las autoridades brasileñas, con el objetivo de revertir este escenario. El Informe surge a raíz de la creación por parte de la OCDE, en marzo de 2021, de un grupo de seguimiento permanente sobre el tema en Brasil, una medida hasta ahora inédita.
Consultado por BBC News Brasil cuando se creó el grupo permanente si las actuales prácticas brasileñas anticorrupción estarían en línea con los parámetros de la OCDE, Drago Kos, jefe del Grupo de Trabajo Antisoborno de la entidad, dijo lo siguiente: “Si hubiera hecho esta pregunta hace unos años, mi respuesta habría sido un rotundo ‘sí’. Hoy simplemente no sé: si bien la Operación Lava Jato nos dio información tan positiva sobre la capacidad de Brasil para combatir la corrupción nacional e internacional, hoy parece que algunos de los procesos iniciados en 2014 están retrocediendo”.
Si bien la membresía es una voluntad y una prioridad del actual Gobierno brasileño, el ingreso a la OCDE puede verse amenazado por el incumplimiento de los parámetros mínimos de ingreso. En esa línea, el Informe advierte que, en 2022, Brasil será instado a cumplir con los compromisos anticorrupción y enfrentará las consecuencias derivadas del incumplimiento, ya que deberá pasar por tres procesos formales de revisión: (i) verificación de la implementación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción; (ii) la evaluación del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI); y (iii) el Monitoreo Antisoborno de la OCDE.
En palabras de Bruno Brandão, director ejecutivo de TI: “(…) Brasil puede revertir estos graves retrocesos en la lucha contra la corrupción y en la defensa del medio ambiente, ya que solo recientemente fue reconocido como un ejemplo de progreso en estos dos zonas. . Estos son temas prioritarios para la comunidad internacional, a los que el país debe prestar mucha atención en sus objetivos de inserción global”.
En respuesta a la situación denunciada anteriormente, el Gobierno Federal se expresó a través del Oficio de la Casa Civil, informando que Brasil estaba adoptando varias medidas para fortalecer y mejorar la lucha contra la corrupción y mencionó, a modo de ejemplo, el Plan Anticorrupción. 2020-2025, que prioriza 142 acciones en áreas como lucha contra el lavado de dinero, control interno, ética pública, gestión y gobierno, integridad, medidas tributarias, prevención de conflicto de interés, recuperación de activos, rendición de cuentas de personas físicas y jurídicas, y transparencia y control social, entre otros.
Finalmente, el Gobierno brasileño reforzó que está comprometido con el proceso de ingreso a la OCDE y que es el país no miembro que más se adhiere a los instrumentos de la entidad, habiéndose adherido a 99 de los 245 instrumentos -lo que representa un crecimiento del 50% en ambos primeros años de gobierno.
Esperemos las escenas de los próximos capítulos, esperando que este sesgo negativo que dio origen a los movimientos de la OCDE y TI, sea revertido con acciones concretas no solo del Gobierno Federal, sino también de todos los demás miembros del poder ejecutivo, legislativo y ramas judiciales. Si el escenario actual no se revierte, existen posibilidades reales de que el “sueño” de Brasil de ingresar a las filas de la OCDE se frustre, por cierto, merecidamente.
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Eloy Rizzo | Socio Demarest en el área de Compliance e Investigaciones | erizzo@demarest.com.br
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