06-11-2025 | Albagli Zaliasnik, Opinión
El compliance ya no puede llegar tarde. La velocidad del negocio y la complejidad regulatoria exigen pasar de controles reactivos a un compliance predictivo. La IA y los datos permiten instalar “detectores de humo” que alertan antes del incendio. La pregunta no es si usarlas, sino por dónde empezar a crear valor.
Hoy es más relevante que nunca: las multas son altas, la reputación se erosiona con rapidez y los reguladores elevan sus estándares. Antes bastaba con revisar “muestras” mensuales; ahora se exige monitoreo continuo y decisiones firmes. Las instituciones financieras ya aplican aprendizaje automático en programas de prevención de lavado de dinero, y la IA generativa acelera la detección temprana y el análisis continuo. En paralelo, los supervisores comienzan a incorporar estas tecnologías en sus revisiones.
El enfoque predictivo se entiende en tres pasos: (1) reconocer el comportamiento habitual de clientes y operaciones; (2) aprender del historial para distinguir lo normal de lo raro; y (3) explicar por qué algo se aparta del patrón. Esta última parte es clave: en compliance no sirven modelos que no se puedan justificar y defender.
La clave del compliance predictivo es contar con datos confiables, capacidad analítica y gobernanza clara. Con esos cimientos, la automatización no reemplaza a las personas, pero ahorra horas de revisión, reduce tareas repetitivas y libera tiempo para análisis crítico y decisiones de fondo.
El sector ya avanza de lo reactivo a lo proactivo. Como resultado, se logra mayor cobertura con menos muestreo, y respuestas más rápidas cuando todo se apoya en datos de calidad y validación independiente.
Como ejemplo, en fraude con medios de pago, el sistema compara cada transacción con el comportamiento típico del cliente y, si no calza, bloquea o frena para revisión. Así se resume la evidencia, bajan los falsos positivos y se acelera el análisis: las alertas llegan con contexto útil para decidir.
En onboarding, un ejecutivo duda si aprobar a un cliente y consulta un bot interno de políticas. El bot responde con el criterio aplicable, una checklist de evidencias y las razones de cada paso; propone una acción preventiva y deja todo trazable en el expediente.
¿Por qué es valioso? Porque baja la barrera para preguntar antes de actuar, ofrece una única versión de la verdad, reduce errores repetitivos y acelera decisiones. Además, complementa lo predictivo: cada interacción revela las dudas reales y alimenta los modelos para priorizar alertas, ajustar umbrales y reducir falsos positivos.
Para que el compliance predictivo sea confiable, dos frentes son claves.
- Sesgo: si los datos arrastran desalineaciones del pasado, el modelo las repetirá. Esto se mitiga con revisión independiente y recalibraciones periódicas.
- Transparencia: si no puede explicarse por qué se activó una alerta -datos usados, variables, umbrales, versión y fecha de actualización-, esa alerta no sirve. Cada señal debe incluir su huella de decisión y ser trazable de extremo a extremo.
La idea de fondo es sencilla: el mejor compliance no apaga incendios, los evita. Con datos de calidad, IA explicable y una gobernanza sólida, el extintor cede su lugar al detector. La tecnología ayuda, pero la responsabilidad, y el mérito cuando el incendio no ocurre, siguen en manos humanas. Esa es la promesa práctica del compliance predictivo: decisiones mejor informadas, riesgos anticipados y una cultura que aprende de la evidencia sin perder el juicio profesional.
En el futuro cercano, el verdadero factor distintivo será la forma en que las áreas de cumplimiento logren incorporar estos modelos en el ciclo de negocio. No se tratará únicamente de identificar anomalías, sino también de prevenirlas y de transformar procesos apoyados en datos concretos. El desarrollo pleno se alcanzará cuando el compliance predictivo trascienda su papel tradicional de control para convertirse en un recurso estratégico, capaz de prever y mitigar riesgos antes de que lleguen a concretarse.
Cristóbal López, Especialista en Compliance y Regulación
30-10-2025 | Opinión, Posse Herrera Ruiz
El concepto de compliance ha evolucionado desde los años setenta, pasando de ser una herramienta de protección al consumidor a un mecanismo de autorregulación contra la corrupción. En América Latina, este cambio se dio primordialmente por dos influencias: primero por la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA) y luego por la adopción de estándares internacionales promovidos por la OCDE.
Transformación y Enfoques del Compliance
La FCPA impulsó a las empresas a crear programas internos más allá del cumplimiento legal, segmentando áreas de control y desarrollando capacidades (capabilities) especializadas. Posteriormente, los estándares OCDE llevaron a los Estados a establecer regulaciones obligatorias, sanciones y sistemas obligatorios de prevención.
Actualmente, existen dos enfoques: la autorregulación empresarial y sectorial, centrada en la gestión de riesgos; y el cumplimiento regulatorio oficial, enfocado en prevenir la corrupción haciendo uso de sanciones. Aunque pueden entenderse como complementarios, en la práctica pueden entrar en conflicto y ser contrario a los intereses empresariales, gremiales o del mercado, o bien ser ineficientes en cuanto al objetivo de reducir la corrupción.
Autorregulación vs Regulación Oficial
La autorregulación permite a las empresas diseñar programas adaptados a sus riesgos, cultura y operación, integrando modelos de mejora continua que fortalecen su sostenibilidad. En cambio, los sistemas regulatorios obligatorios suelen aplicar criterios generales que no consideran las particularidades de cada sector, lo que genera desafíos operativos y exige programas uniformes que no siempre son efectivos.
En cuanto a efectividad, la autorregulación destaca por su flexibilidad ante cambios repentinos, mientras que los sistemas obligatorios tienden a mantener requisitos estáticos, incluso cuando los riesgos han cambiado.
Riesgos de una Visión Reducida del Compliance
Es clave evitar dos errores: sobrevalorar los sistemas regulatorios como única vía para prevenir la corrupción, y reducir el compliance a un mero reflejo de la regulación, lo que lo convierte en una práctica rígida y desconectada del negocio.
Complementariedad y Recomendaciones
La evolución del compliance en la región muestra que autorregulación y cumplimiento normativo deben verse como componentes complementarios de una estrategia de integridad corporativa. Para lograrlo, empresas y reguladores deben reconocer sus fortalezas y limitaciones.
Las organizaciones deben asumir un rol activo, usando la regulación como base mínima y desarrollando modelos propios que respondan a sus riesgos reales. Al mismo tiempo, los reguladores deben avanzar hacia esquemas más flexibles y colaborativos, que reconozcan la diversidad sectorial y promuevan la mejora continua.
Manuel De Angulo, Compliance Director Americas (NA & LatAm)
Referencias
– OECD (2010). Good Practice Guidance on Internal Controls, Ethics, and Compliance.
– U.S. Department of Justice. Foreign Corrupt Practices Act (FCPA).
– Pieth, M. (2011). Collective Action and Corruption. Basel Institute on Governance.
– Transparency International (2020). Anti-Corruption Compliance in Latin America.
15-09-2025 | FCR Law, Opinión
En América Latina, el área de Compliance ha evolucionado significativamente en los últimos años. Lo que antes era visto como una función reactiva y centrada en el cumplimiento normativo, hoy se posiciona como un eje estratégico que conecta ética, sostenibilidad, innovación y gobernanza. Esta transformación responde a un entorno regulatorio más complejo, a mayores exigencias de transparencia y a una creciente conciencia social sobre la integridad corporativa.
El profesional moderno de Compliance debe ir más allá del conocimiento normativo. Se espera que tenga visión estratégica, capacidad de liderazgo, habilidades analíticas y una comunicación efectiva. En América Latina, donde los marcos regulatorios varían entre países y los riesgos reputacionales son altos, el rol del profesional de cumplimiento se vuelve aún más crítico. La participación en procesos de monitoreo internacional, como los realizados por el Departamento de Justicia de EE.UU. (DOJ), demuestra la sofisticación técnica y diplomática que se requiere.
La integración entre Compliance y ESG (ambiental, social y gobernanza) se ha fortalecido en América Latina. Las empresas que adoptan prácticas sostenibles encuentran en el área de cumplimiento un aliado para monitorear cadenas de suministro, prevenir violaciones de derechos humanos y garantizar la transparencia en sus reportes corporativos. Esta sinergia refuerza la reputación y la resiliencia organizacional.
La transformación digital ha permitido que el Compliance sea más ágil y predictivo. Herramientas como inteligencia artificial, automatización de procesos, dashboards en tiempo real y RegTechs han revolucionado la forma en que se gestionan los riesgos. En América Latina, estas tecnologías están siendo adoptadas progresivamente, especialmente en sectores financieros e industriales.
El contexto latinoamericano presenta desafíos únicos para el Compliance: corrupción estructural en algunos sectores, falta de cultura ética consolidada, diversidad normativa entre países y presión de organismos internacionales por mayor transparencia. Por ello, el enfoque estratégico debe considerar el contexto local junto con estándares globales.
El Compliance ha dejado de ser solo un escudo contra sanciones. Es una plataforma de confianza, una herramienta de competitividad y un vehículo de transformación cultural. Las empresas que lo integran a su estrategia no solo cumplen con la ley: lideran con propósito y construyen organizaciones más éticas, sostenibles y resilientes.
Referencias Bibliográficas
- KPMG América Latina. (2023). Informe sobre la madurez del Compliance en la región.
- Deloitte LATAM & Pacto Global ONU. (2022). Integridad Corporativa en América Latina.
- (2021). Gobernanza y cumplimiento en América Latina: desafíos y oportunidades.
- Nunes, K. R. et al. (2025). Compliance y Gobernanza Corporativa: El rol del derecho en la gestión empresarial moderna.
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🇧🇷 O Compliance como Pilar Estratégico na América Latina
Na América Latina, a área de Compliance evoluiu significativamente nos últimos anos. O que antes era visto como uma função reativa e focada no cumprimento normativo, hoje se posiciona como um eixo estratégico que conecta ética, sustentabilidade, inovação e governança. Essa transformação responde a um ambiente regulatório mais complexo, a maiores exigências de transparência e a uma crescente consciência social sobre a integridade corporativa.
O profissional moderno de Compliance deve ir além do conhecimento normativo. Espera-se que tenha visão estratégica, capacidade de liderança, habilidades analíticas e comunicação eficaz. Na América Latina, onde os marcos regulatórios variam entre os países e os riscos reputacionais são elevados, o papel do profissional de compliance torna-se ainda mais crítico. A participação em processos de monitoramento internacional, como os realizados pelo Departamento de Justiça dos EUA (DOJ), demonstra a sofisticação técnica e diplomática exigida.
A integração entre Compliance e ESG (ambiental, social e governança) se fortaleceu na América Latina. As empresas que adotam práticas sustentáveis encontram na área de compliance um aliado para monitorar cadeias de suprimentos, prevenir violações de direitos humanos e garantir transparência em seus relatórios corporativos. Essa sinergia reforça a reputação e a resiliência organizacional.
A transformação digital permitiu que o Compliance se tornasse mais ágil e preditivo. Ferramentas como inteligência artificial, automação de processos, painéis em tempo real e RegTechs revolucionaram a forma como os riscos são gerenciados. Na América Latina, essas tecnologias estão sendo adotadas progressivamente, especialmente nos setores financeiro e industrial.
O contexto latino-americano apresenta desafios únicos para o Compliance: corrupção estrutural em alguns setores, ausência de uma cultura ética consolidada, diversidade normativa entre os países e pressão de organismos internacionais por maior transparência. Por isso, a abordagem estratégica deve considerar o contexto local juntamente com os padrões globais.
O Compliance deixou de ser apenas um escudo contra sanções. É uma plataforma de confiança, uma ferramenta de competitividade e um veículo de transformação cultural. As empresas que o integram à sua estratégia não apenas cumprem a lei: lideram com propósito e constroem organizações mais éticas, sustentáveis e resilientes.
Referências Bibliográficas:
- KPMG América Latina. (2023). Informe sobre a maturidade do Compliance na região.
- Deloitte LATAM & Pacto Global ONU. (2022). Integridade Corporativa na América Latina.
- CEPAL. (2021). Governança e compliance na América Latina: desafios e oportunidades.
- Nunes, K. R. et al. (2025). Compliance e Governança Corporativa: O papel do direito na gestão empresarial moderna.
Victor Alota, Coordenador Global de Compliance en Braskem

11-09-2025 | Opinión
En el ámbito de la ética organizacional y el compliance, uno de los debates más relevantes es determinar si los individuos cumplen con las normas por convicción interna o simplemente para evitar sanciones externas. Esta diferencia no es menor, ya que impacta directamente en la sostenibilidad de los programas de cumplimiento y en la construcción de culturas corporativas sólidas.
El ejemplo cotidiano de la conducción:
El tránsito vehicular ofrece un terreno fértil para observar este dilema. Existen normas claras, cuya infracción acarrea sanciones concretas, como conducir bajo la influencia del alcohol o exceder los límites de velocidad y, al mismo tiempo, reglas no escritas o de difícil fiscalización que, aunque no contemplan multas, resultan fundamentales para la convivencia vial.
Algunos ejemplos:
- Doblar desde la segunda fila en una intersección congestionada.
- Usar el carril exclusivo de buses para avanzar y reincorporarse luego al flujo normal.
Estas conductas, aunque puedan parecer inofensivas, suponen en realidad un quiebre de equidad: quienes las ejecutan se “adelantan” a costa de aquellos que respetan las normas y esperan pacientemente.
La analogía con la vida diaria:
En un supermercado, en un banco o en cualquier fila de atención, sería inaceptable que alguien se “colara” delante de los demás. La mayoría de las personas reaccionaría de inmediato frente a esa transgresión. Sin embargo, en el tráfico muchos no reconocen la misma falta de respeto. La explicación es clara: cuando no existe una sanción asociada, las conductas éticamente cuestionables tienden a relativizarse.
Paralelo con el mundo corporativo:
En el ámbito empresarial ocurre lo mismo. Los colaboradores suelen ser extremadamente cuidadosos con aquellas obligaciones cuyo incumplimiento puede generar sanciones regulatorias, financieras o incluso penales. No obstante, en áreas donde el riesgo de sanción es bajo, como la transparencia en la gestión de conflictos de interés, el uso responsable de los recursos corporativos o el trato respetuoso entre colegas, las normas son vistas como “opcionales”.
Esto revela un problema estructural: el cumplimiento basado únicamente en la sanción es frágil, pues depende de la presencia constante de un vigilante o de un castigo tangible. En cambio, el cumplimiento por convicción genera culturas resilientes, donde los valores éticos son incorporados a la identidad de la organización y sostenidos incluso en ausencia de supervisión.
El desafío de los programas de compliance no es solo diseñar controles y sanciones, sino formar conciencia. Se trata de lograr que las personas entiendan que respetar la “fila” , sea en el tránsito, en un supermercado o en una organización, es un acto de respeto hacia los demás y hacia sí mismos.
En definitiva, la efectividad de un sistema de compliance se mide no solo en la reducción de sanciones, sino en la capacidad de consolidar una cultura donde se cumple porque se cree en lo correcto, no porque se teme a lo incorrecto.
Verónica Espósito, Legal & Compliance Manager en Porsche Chile.
05-08-2025 | Opinión
El mundo empresarial se encuentra cada vez más expuesto al escrutinio público y, por ende, a riesgos reputacionales; por ello, cumplir con la ley ya no es suficiente. Hoy, las organizaciones que trascienden no solo tienen políticas de compliance, sino que integran la ética en su ADN. ¿Es posible que el cumplimiento deje de ser visto como un conjunto de reglas para convertirse en una expresión viva de la cultura organizacional? La respuesta podría redefinir el futuro de las empresas.
Compliance y cultura organizacional suelen ser abordado como conceptos separados, a pesar de estar profundamente entrelazados. El primero establece los marcos que regulan el comportamiento, mientras que la segunda define “cómo se hacen las cosas aquí”. Si el compliance se limita a documentos y capacitaciones formales, sin conexión emocional o cultural con las personas, su impacto será superficial. Pero cuando se alinea con los valores, creencias y comportamientos cotidianos de la organización, se convierte en una verdadera palanca de transformación.
Las investigaciones respaldan esta visión. Según estudios de LRN Corporation, las organizaciones con culturas éticas sólidas tienen un 40% menos de incidentes de incumplimiento. Un entorno donde la integridad es parte de cada decisión es mucho más efectivo que cualquier manual. La cultura es el “compliance invisible”: está presente en las conversaciones informales, en cómo se resuelven los dilemas éticos, en la forma en que los líderes actúan cuando nadie los observa y también cuando los equipos los miran.
Tomemos como ejemplo a Patagonia, empresa americana de ropa al aire libre, reconocida no solo por su compromiso ambiental, sino por una cultura interna coherente con ese propósito. El compliance ambiental no es una obligación, sino una convicción compartida. O pensemos en las organizaciones que, tras escándalos, lograron reconstruir su reputación al transformar profundamente su cultura, posicionando la ética y la transparencia como pilares de su identidad.
Para que el compliance influya verdaderamente, necesita “hablar el idioma” de la cultura: ser visible en los rituales, recompensas, liderazgo y símbolos de la empresa. Requiere pasar del enfoque punitivo a uno de conexión con las personas, con un enfoque pedagógico y basado en las relaciones, donde el error se convierte en aprendizaje, y el diálogo reemplaza al miedo. Los líderes, en este contexto, son figuras clave: modelan comportamientos y transmiten señales poderosas sobre lo que realmente importa.
Cuando compliance y cultura se alinean, la organización no solo previene riesgos, sino que genera confianza, compromiso y sentido. En lugar de preguntarnos si los colaboradores cumplen por obligación, deberíamos preguntarnos si lo hacen por convicción. Porque el verdadero poder del compliance no está en las normas, sino en las personas que creen en ellas.
¿Tu cultura está lista para ser la mejor aliada del cumplimiento?
Sandra Documet, Chief Compliance Officer en Nova Infra Invest
18-07-2025 | Opinión
En América Latina, el Compliance enfrenta hoy un cambio de paradigma impulsado por los criterios ESG. Ya no basta con cumplir la ley: las empresas deben demostrar coherencia entre lo que declaran y lo que practican. En este escenario, la debida diligencia ampliada emerge como una herramienta clave para identificar riesgos reputacionales, sociales y ambientales. Este artículo propone una mirada estratégica al rol del Compliance como garante de sostenibilidad, integridad y legitimidad empresarial.
Durante mucho tiempo, el Compliance fue entendido y practicado como una herramienta de control legal o de prevención de sanciones. Pero hoy, en un entorno empresarial cada vez más interconectado, vigilado y sensible a las expectativas sociales y ambientales, esa visión ha quedado superada.
La irrupción de los criterios ESG (Environmental, Social and Governance) ha transformado la conversación sobre el cumplimiento. Ya no basta con actuar dentro del marco normativo. Las organizaciones deben también demostrar que lo que comunican es coherente con lo que hacen. Y ese salto de lo declarativo a lo verificable está poniendo a prueba la madurez de los Sistemas de Compliance en la región.
En este contexto, la debida diligencia ampliada se convierte en una herramienta estratégica indispensable. No se trata únicamente de revisar cláusulas contractuales o verificar antecedentes legales. Se trata de identificar, prevenir y mitigar riesgos que, aunque no siempre estén contemplados expresamente en la ley, pueden comprometer seriamente la reputación, la sostenibilidad o la integridad de una empresa. Por ejemplo, condiciones laborales precarias en la cadena de suministro, conflictos sociales no gestionados con comunidades locales o discursos ambientales que no se sostienen en la práctica real son situaciones que pueden generar consecuencias reputacionales tan graves como una infracción legal.
Este enfoque adquiere aún más relevancia cuando se analiza desde la óptica del inversor. En procesos de adquisición o expansión, una diligencia superficial puede ofrecer una imagen incompleta, cuando no engañosa. Hoy, los inversionistas responsables buscan conocer no solo el estado financiero de una compañía, sino también su coherencia ética, su impacto social, su historial ambiental y la solidez de su gobernanza. Porque no todo lo que brilla es oro, y más de una promesa de sostenibilidad puede estar construida sobre una base frágil.
La debida diligencia ampliada permite, precisamente, ver más allá de las apariencias. Ayuda a detectar controversias latentes, inconsistencias entre el discurso y la práctica, o señales tempranas de riesgo reputacional. Y ese tipo de información es hoy tan valiosa como un balance auditado.
Para que esto sea posible, las áreas Legales y de Compliance deben dejar de actuar como unidades reactivas para asumir un rol estratégico. Se requiere capacidad de análisis multidisciplinario, visión a largo plazo y cercanía con el negocio. La gestión de riesgos reputacionales, la evaluación de criterios sociales y la vigilancia de prácticas de gobernanza ya no son funciones ajenas: forman parte esencial del nuevo mapa del cumplimiento.
Desde la academia también se está replanteando el papel del Compliance como garante de la ética corporativa en entornos inciertos. No basta con tener códigos de conducta; es necesario construir culturas organizacionales capaces de sostener principios incluso cuando nadie está mirando. En ese marco, la coherencia, y no solo la legalidad, se está convirtiendo en el nuevo estándar de legitimidad empresarial.
El Compliance no es un freno para la operación. Es, por el contrario, un aliado para hacerla sostenible. Funciona como una brújula que permite avanzar sin perder el rumbo, incluso cuando las presiones del mercado, los incentivos de corto plazo o los vacíos regulatorios empujan en dirección contraria.
La pregunta entonces no es si las empresas deben alinear sus estrategias con los criterios ESG. La verdadera pregunta es cómo están garantizando que esa alineación sea real y verificable. Ahí es donde el Compliance encuentra hoy su razón de ser más profunda.
Carlos Alberto Cabezas Delgado,
Gerente Legal, Asuntos Corporativos y Compliance Officer en Duragas Abastible | Profesor de Derecho