Opinión | ¿Cumplimos lo que predicamos? El nuevo rostro del Compliance frente al desafío ESG

18 Jul, 2025 | Opinión

En América Latina, el Compliance enfrenta hoy un cambio de paradigma impulsado por los criterios ESG. Ya no basta con cumplir la ley: las empresas deben demostrar coherencia entre lo que declaran y lo que practican. En este escenario, la debida diligencia ampliada emerge como una herramienta clave para identificar riesgos reputacionales, sociales y ambientales. Este artículo propone una mirada estratégica al rol del Compliance como garante de sostenibilidad, integridad y legitimidad empresarial. 

Durante mucho tiempo, el Compliance fue entendido y practicado como una herramienta de control legal o de prevención de sanciones. Pero hoy, en un entorno empresarial cada vez más interconectado, vigilado y sensible a las expectativas sociales y ambientales, esa visión ha quedado superada. 

La irrupción de los criterios ESG (Environmental, Social and Governance) ha transformado la conversación sobre el cumplimiento. Ya no basta con actuar dentro del marco normativo. Las organizaciones deben también demostrar que lo que comunican es coherente con lo que hacen. Y ese salto de lo declarativo a lo verificable está poniendo a prueba la madurez de los Sistemas de Compliance en la región. 

En este contexto, la debida diligencia ampliada se convierte en una herramienta estratégica indispensable. No se trata únicamente de revisar cláusulas contractuales o verificar antecedentes legales. Se trata de identificar, prevenir y mitigar riesgos que, aunque no siempre estén contemplados expresamente en la ley, pueden comprometer seriamente la reputación, la sostenibilidad o la integridad de una empresa. Por ejemplo, condiciones laborales precarias en la cadena de suministro, conflictos sociales no gestionados con comunidades locales o discursos ambientales que no se sostienen en la práctica real son situaciones que pueden generar consecuencias reputacionales tan graves como una infracción legal. 

Este enfoque adquiere aún más relevancia cuando se analiza desde la óptica del inversor. En procesos de adquisición o expansión, una diligencia superficial puede ofrecer una imagen incompleta, cuando no engañosa. Hoy, los inversionistas responsables buscan conocer no solo el estado financiero de una compañía, sino también su coherencia ética, su impacto social, su historial ambiental y la solidez de su gobernanza. Porque no todo lo que brilla es oro, y más de una promesa de sostenibilidad puede estar construida sobre una base frágil. 

La debida diligencia ampliada permite, precisamente, ver más allá de las apariencias. Ayuda a detectar controversias latentes, inconsistencias entre el discurso y la práctica, o señales tempranas de riesgo reputacional. Y ese tipo de información es hoy tan valiosa como un balance auditado. 

Para que esto sea posible, las áreas Legales y de Compliance deben dejar de actuar como unidades reactivas para asumir un rol estratégico. Se requiere capacidad de análisis multidisciplinario, visión a largo plazo y cercanía con el negocio. La gestión de riesgos reputacionales, la evaluación de criterios sociales y la vigilancia de prácticas de gobernanza ya no son funciones ajenas: forman parte esencial del nuevo mapa del cumplimiento. 

Desde la academia también se está replanteando el papel del Compliance como garante de la ética corporativa en entornos inciertos. No basta con tener códigos de conducta; es necesario construir culturas organizacionales capaces de sostener principios incluso cuando nadie está mirando. En ese marco, la coherencia, y no solo la legalidad, se está convirtiendo en el nuevo estándar de legitimidad empresarial. 

El Compliance no es un freno para la operación. Es, por el contrario, un aliado para hacerla sostenible. Funciona como una brújula que permite avanzar sin perder el rumbo, incluso cuando las presiones del mercado, los incentivos de corto plazo o los vacíos regulatorios empujan en dirección contraria.  

La pregunta entonces no es si las empresas deben alinear sus estrategias con los criterios ESG. La verdadera pregunta es cómo están garantizando que esa alineación sea real y verificable. Ahí es donde el Compliance encuentra hoy su razón de ser más profunda. 

 

Carlos Alberto Cabezas Delgado,

Gerente Legal, Asuntos Corporativos y Compliance Officer en Duragas Abastible |  Profesor de Derecho

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